La vida real, puede ser algunas veces, aún más extraña que la ficción… Especialmente si se trata de drogas, animales y un experimento inusual. Definitivamente, los años 60 fueron una década extraña llena de esperanza, incertidumbre y una gran curiosidad. Y, hubo algunas personas que realmente sobrepasaron los límites de estos rasgos en ese momento.
Cuando un científico rebelde, con métodos extremadamente poco ortodoxos, y su asistente involucraron a la NASA en una de sus teorías, pensaron que estaban a punto de cambiar la historia. Y lo hicieron, de alguna manera ... Desafortunadamente, las cosas no salieron como se esperaba y su investigación se convertiría en uno de los episodios más controvertidos en la historia científica estadounidense.
JOHN C. LILLY: ¿CIENTÍFICO DESQUICIADO O VISIONARIO ATREVIDO?
John C. Lilly fue un médico, neurocientífico, inventor y escritor estadounidense de algunos cuantos libros que abarcan varios campos de investigación; aunque algunos de sus proyectos fueron más controversiales que otros. John estaba obsesionado con los extraterrestres, los delfines y, especialmente, la comunicación entre especies.
Cuando obtuvo el apoyo de una agencia tan importante como la NASA, decidió llevar sus experimentos al siguiente nivel, sin importar las consecuencias… Todo en nombre de la ciencia. Si sirve de algo para orientarlos en como resulto finalmente esta investigación… Fue gracias a la misma que el Communication Research Institute ubicado en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, fue reconocido como "The Dolphin House".
INVENTÓ EL TANQUE DE AISLAMIENTO PARA SU PROYECTO DE DELFINES
A Lilly le gustaba enfocarse en el aislamiento como método de experimentación. De hecho, el científico inventó los tanques de aislamiento en 1954 durante su entrenamiento para el psicoanálisis y la privación sensorial. Lo que Lilly no sabía en ese momento, es que los tanques se convertirían en un éxito comercial décadas más tarde.
Lilly imaginó un ambiente aislado y controlado que eventualmente, provocaría que los delfines se comunicaran y, yendo aún más lejos, quería probar que estos podían aprender el idioma Inglés. Fue con este propósito que tomó todo un edificio para modificarlo y desbordarlo de agua, y así adaptarlo a sus planes.
LAS SEMILLAS DE LA RUINA FUERON ESPARCIDAS
Aquí fue cuando Margaret Howe Lovatt entró en escena. Margaret estaba familiarizada con el laboratorio y se convirtió en la asistente de Lilly. La naturaleza empática de Margaret parecía convertirla en la candidata perfecta para cumplir los requerimientos de cuidado tan especiales del animal de este experimento único.
Margaret aceptó de inmediato y se involucró profundamente en todo el proceso. De hecho, fue ella quien sugirió inundar las instalaciones y crear el Dolphinarium. Su nivel de compromiso y entrega eran admirables, pero con el tiempo, Margaret llevaría las cosas demasiado lejos, tomando decisiones junto con los controvertidos métodos de Lilly que mancharían su reputación y la de todo el experimento para siempre.
LILLY SE DISPUSO A PROBAR SU CONTROVERSIAL TEORÍA
Al principio, fue un asunto bastante serio. Básicamente, Lilly intentaba demostrar una teoría que propuso por primera vez en uno de sus libros, Man and Dolphin, donde sostenía que los delfines tenían el deseo de comunicarse con los seres humanos y que lo más probable es que pudieran hacerlo.
Esto fue hace más de 50 años, así que como podrán imaginar, fue un concepto bastante revolucionario. Nuestro conocimiento sobre las especies no era muy amplio en ese entonces y la inteligencia de los delfines se veía como un misterio increíble por resolver. Esta fue una época en la que los investigadores correlacionaban exclusivamente el tamaño del cerebro con las capacidades cognitivas y lo convertía en un mundo lleno de posibilidades.
LLEGA UN VOLUNTARIO INESPERADO
El panorama de posibilidades infinitas fue realmente lo que atrajo a la joven Margaret Howe Lovatt a la parte oriental de una de las Islas Vírgenes, después de escuchar de su hermano que había un laboratorio de delfines en algún lugar de la zona.
Fascinada con los mamíferos acuáticos desde la infancia, Margaret decidió subirse a su auto y conducir hasta allí, donde conoció al director del laboratorio, Gregory Bateson. El cual estaba intrigado por su interés y sus habilidades de observación natural y le permitió visitar las instalaciones para observar a los tres delfines que residían allí. De esta forma sería como Margaret entraría en la investigación de Lilly cuando este llegase a la isla.
CREARON EL ENTORNO PERFECTO
A John Lilly le resultó fácil confiar en Lovatt la tarea de ejecutar el experimento. Eventualmente, ella sugirió que podrían usar su tiempo de manera más eficiente si ella se quedara permanentemente en el laboratorio con uno de los delfines. Lilly se sintió intrigado por su enfoque audaz y aceptó.
Así fue como Margaret comenzó un intrincado plan de renovación que involucraba empastar todo el edificio e inundarlo con agua que llegase hasta las rodillas para estar alrededor del delfín día y noche. Incluso, creó algunos muebles ingeniosos como un escritorio colgante, con un teléfono, una especie de mechero flotante para preparar té y comida y una cama improvisada para dormir.
EL ENTRENAMIENTO FUE IMPARABLE
Margaret había seleccionado a Peter para el experimento, el único macho joven entre los tres delfines que residían en el laboratorio. Ella afirmó que tomó esta decisión porque Peter era el único que no tenía entrenamiento previo para hablar.
Margaret grabó sus lecciones con Peter de forma meticulosa cada 2 días. Ella hacia sonidos y ruidos sencillos, que luego el animal intentaba replicar. Margaret rápidamente descubrió que el delfín no podía articular, pero podía imitar las inflexiones bastante bien. Incluso, Margaret usaba maquillaje especial alrededor de su boca para ayudarlo a observar el movimiento de sus labios.
EVENTUALMENTE LAS COSAS SE PUSIERON ALGO... EXTRAÑAS
La madre naturaleza no es otra cosa más que impredecible. Peter ya no era un bebé; estaba saliendo de la adolescencia y presentaba ciertos impulsos. No era de mucha ayuda el hecho de que estuviese creciendo tan unido a Margaret, después de todo, pasaban todos los días juntos.
Los delfines son criaturas altamente sociales, viven en grupos y desarrollan señales a través de silbatos para diferenciarse de otros miembros de su grupo, de la misma forma en la que los humanos usamos los nombres para diferenciarnos. Así que cuando Peter comenzó a frotarse de manera insistente en las piernas y manos de Margaret, las cosas se pusieron complicadas. De repente, parecía que Peter estaba perdiendo interés en las lecciones, y en su lugar, quería algo muy diferente...
MARGARET SE SEPARÓ POR MOMENTOS DE PETER PARA MANTENERLO EN CLAMA
Pero Margaret no permitiría que este obstáculo se interpusiera en el progreso del experimento. Al principio, ella lo complacería, pero si se ponía demasiado inquieto y áspero o si se volvía doloroso, lo enviaría a otra área del laboratorio para que estuviese un tiempo con las otras dos delfines hembras.
Margaret pensó que esta estrategia era perfecta para animar a Peter a hacer ejercicio, dejar salir su frustración y satisfacer sus necesidades. Pero moverlo resultó ser una pesadilla logística. Luego, cuando los impulsos de Peter se hicieron cada vez más frecuentes, Margaret tomó una decisión inusual que llevó a una solución bastante cuestionable.
LAS COSAS SE INTENSIFICARON RÁPIDAMENTE ...
Lovatt pensó que estaban perdiendo demasiado tiempo valioso en mover a Peter de un área a otra, y cuando la frecuencia de sus intentos de cortejo aumentó significativamente, ella decidió ofrecerle algo de alivio.
Si bien la mayoría de las personas se asustarían con solo la idea de intimar con otra especie, Margaret afirmó que lo veía como algo necesario para continuar con éxito el experimento. Declaró que no era algo que le diera placer ni se sentía "involucrada románticamente" con Peter. Pero ciertamente el sí lo sentía. Técnicamente, Peter estaba enamorado de ella.
... Y POCO DESPUES TOMARIA UN GIRO BIZARRO
Las cosas estaban a punto de ir de extrañas a francamente bizarras. A pesar de que Margaret estaba en desacuerdo, Lilly estaba estudiando algunas drogas psicodélicas y sus efectos en el cerebro en ese momento, y quería incorporar la sustancia en otras áreas de su investigación.
Así que finalmente terminó dándole LSD a los delfines. A los ojos de la comunidad científica, solo estaba probando los posibles efectos de la sustancia en el cerebro de los mamíferos. Sin embargo, esta no era realmente su intención. Lilly estaba verdaderamente convencido de que el potente alucinógeno ayudaría a los delfines tanto a comunicarse mejor como en el proceso de hablar. Aunque no lo hizo.
LOS RESULTADOS DIRIAN, LO MENOS POSIBLE
El tiempo era oro y el equipo de Lilly se estaba quedando sin este, ya que aún no habían producido ningún resultado interesante de su super experimento. Margaret afirmó recordar el momento en que se dio cuenta de que las criaturas no eran capaces de formar sonidos de la misma forma en la que lo hacemos nosotros, simplemente debido a que su anatomía es muy diferente.
Margaret recordó específicamente la incapacidad de Peter para pronunciar algo remotamente similar a la letra M. Ella intentó enseñarle a decir "Hola Margaret", pero eso resultó ser particularmente difícil para Peter. Veras, los delfines no tienen labios. Lovatt decía que eventualmente Peter se echaba a un lado, haciendo burbujas mientras intentaba pronunciarlo una y otra vez sin éxito.
EL EXPERIMENTO RESULTO SER UN ESCÁNDALO
Se desconoce cómo sucedió exactamente, pero finalmente, una revista llamada The Hustler recibió información sobre los detalles excéntricos del experimento. Escribieron un artículo que se centró principalmente en la relación de Margaret y Peter y las prácticas inusuales que ella había implementado para aliviar sus necesidades.
Margaret afirmó que nunca antes había siquiera oído hablar de la revista, cuando de repente vio innumerables copias inundando los estantes. Al igual que con las noticias escandalosas de las celebridades, la revista publicó una historia loca y un dibujo gráfico ficticio de Lovatt y Peter. Lo llamaron el peor experimento del mundo.
LA HISTORIA DE PETER TERMINÓ EN TRAGEDIA
Margaret ignoró las críticas, pero los engranajes de la caída de su experimento ya estaban girando. En 1966, el interés de Lilly comenzó a desvanecerse, después de no haber logrado resultados prometedores, especialmente después de las dosis de LSD. Su desinterés por la salud y el bienestar de los animales hizo que Bateson abandonara el laboratorio, lo que finalmente trajo como consecuencia que la NASA cortara los fondos para el experimento.
Sin ningún experimento con el cual obsesionarse, Lilly trasladó a los delfines a otro lugar en Miami, aunque mucho más pequeño y con poca luz solar. Esto causó que la salud mental de Peter se deteriorase, lo que finalmente lo llevó a que se suicidase por asfixia. Algunos dicen que estaba desconsolado por estar separado de su amor, Margaret.
¿QUÉ PASÓ CON MARGARET?
El corazón de Margaret se partió en dos cuando recibió la noticia de la muerte de Peter, pero finalmente pensó que era mejor para él descansar en paz en lugar de sufrir en esas terribles condiciones. A diferencia de Lilly, quien continuó investigando a los delfines, Margaret se retiró a una vida normal.
Margaret se quedó en la isla y se casó con el fotógrafo profesional que documentó el proceso del experimento. Tuvieron tres hijos juntos, se mudaron con su familia al Dolphinarium e hicieron de ella un hogar. Lovatt compartió su lado de la historia para el documental de la BBC The Girl Who Talked To Dolphins.